Castilleja... al borde del precipicio

Nadie se puede fiar de los políticos. Eso es lo que vengo escuchando desde hace tiempo, y es verdad, no son de fiar. Cuando se trata de hablar de la situación en Castilleja todos coinciden en decir que estamos muy mal, y que hay que cambiar. Pero, generalmente, los que advierten de la necesidad del cambio lo hacen sin la más mínima intención de ser, ellos mismos, quienes lo propicien. Nadie se quiere señalar. Nadie está dispuesto a dar la cara.

Sí, ya sé, seguro que ahora dirán, éste no tiene a nadie para su lista, pero no, nada más lejos de la realidad, no es ese el problema. El problema es que cuando existe una necesidad real de cambio, cuando todos pensamos que lo que importa es Castilleja, cuando queremos que todo mejore, surge el miedo a… no sé bien a qué. O tal vez sí lo sé. Miedo a que vuelvan a ganar éstos y tomen represalias contra los que se hayan querido señalar poniéndose en una lista no socialista. Pero se trata de eso, de perderles el miedo, de tomar la decisión de cambiar las cosas y asumir que el cambio pasa por realizar ciertos sacrificios.

Nos quejamos de la parcialidad de los contratos que viene realizando desde hace unos meses el ayuntamiento. De la suciedad de nuestras calles. De la inseguridad que vivimos. De que se trate de engañar a la ciudadanía adecentando las calles de nuestro pueblo a falta de tres meses de las elecciones. Nos quejamos de que nuestros políticos locales no dan la talla y no saben resolver los problemas del ciudadano. Que no toman decisiones si no es con la vista puesta en las elecciones. Pero cuando llega el momento de dar la cara… nos escondemos tras la cortina.

Yo no represento una opción política, yo represento una opción ciudadana. Represento el sentir de todos vosotros, el sentir de todos a los que les duele ver cómo nos acercamos al precipicio sin más freno que nuestras propias manos. Porque las manos de los políticos sólo están para llenarlas de votos… en el mejor de los casos. Yo no soy un político, señoras y señores, soy un ciudadano que está hasta los cojones de ver como mi pueblo se hunde en la miseria del olvido. De ver que nuestro pueblo vive de los recuerdos del pasado. Y que se mueve por arte y gracia de unas puñeteras siglas. Yo no soy un político que vende prebendas a cambio de votos. Yo soy un ciudadano que ha decidido romper la barrera del miedo para golpear con fuerza en vuestras conciencias, y deciros… DESPERTAD ¡JODER!. Que lo que hoy nos quitan lo pierden nuestros hijos. Que lo que hoy nos dan tiene un precio, vuestra independencia como ciudadanos. Y que todo lo que nos quitan, y lo que nos dan, es parte del legado que vamos a dejarles a nuestros hijos.

Yo doy la cara, con la certeza de que la pongo para que me la partan, pero con la absoluta seguridad de que voy a hacer lo imposible porque el día de mañana mis hijos tengan un lugar del que sentirse orgullosos de vivir. Romped de una puñetera vez la barrera del miedo, y plantad cara a quienes quieren pisotear vuestros derechos de ciudadano. Que los políticos no están para haceros favores, que están para hacer lo que vosotros digáis, que los que deben tener miedo son ellos, esa es la esencia de nuestra democracia. Y si no sabéis verlo así, entonces… nos vemos en el fondo del precipicio.