miércoles, 6 de abril de 2011

Una historia de política

Salimos desencantados, yo particularmente. La reunión se celebró con la perplejidad de los asistentes. Por como se había elegido a un nuevo presidente sin que se convocara un congreso extraordinario. A dedo. Sin más.
Solo una persona de los asistentes se mostró disconforme con la elección, o sustitución, como quiera que se llame, y se hizo oír. Pero ante la contundencia de las votaciones no tuvo más remedio que ir a excusarse con el nuevo Jefe una vez acabada la reunión. Una vez más se demostraba que en el partido había poca, o ninguna, democracia interna. Los estatutos sólo están para cubrirse las espaldas cuando la ocasión lo requiera, pero como norma general es como si no existieran.
Tenemos nuevo presidente, al menos será mejor que el que había, decíamos todos al salir del sótano aquel, de un hotel del que no recuerdo el nombre. Pero “el nuevo” parecía un hombre taciturno, extraño, con un discurso de los de “esto ya lo he oído antes”, serio, quizás tímido, pero a todos nos parecía un hombre de paja. Bueno, ya está, ha empezado el cambio interno, parece que a partir de ahora todo cambiará y tendremos un presidente más accesible. Gran error.
El anterior era un presidente que se involucraba poco o nada en los problemas del partido. Al menos en los de los pueblos de la provincia. No era resolutivo. Era un hombre más bien de los que esperaba que todo se solucionase solo. No se implicaba.
El nuevo era diferente. Parecía más abierto, más implicado, y eso agradaba a todos. Hasta tal punto nos sentíamos arropados que, a la salida de una mesa redonda celebrada en un pueblo de la provincia, donde gobernábamos, hicimos un corro a su alrededor y, charlando amigablemente, le hicimos ver que había ciertos problemas en la comarca que eran comunes en todos los pueblos y que, tal vez, sería conveniente que nos reuniéramos con él para hacérselos conocer y que aunásemos fuerzas en su solución. Su disposición a reunirse con nosotros nos alegró a todos. Llamadme el jueves, a ver si nos podemos reunir el viernes, nos dijo amigablemente. Y se marchó.
Todos los allí presentes convinimos en la necesidad de reunirnos de inmediato para hacer un borrador de las cosas que le íbamos a decir-pedir a nuestro presidente. Debemos consensuar lo que vamos a proponerle. Que sean propuestas concretas para toda la comarca. Lo primero, y fundamental, es proponerle una mesa comarcal donde debatamos todos los problemas que nos afectan a la comarca. Todos estábamos de acuerdo. Se designó a una persona que contactara con todos los responsables de los pueblos, y convocamos la reunión para el día siguiente.
Saltó la liebre. Alguien por error, o por maldad, se fue de la lengua. Esa misma noche, el responsable de contactar con todas las personas que debían asistir a la reunión previa, recibió una llamada telefónica. Era una de las personas colaboradoras del nuevo presidente. A gritos le recriminó nuestra actitud de reunirnos a espaldas de la provincial, quería que se desconvocase la reunión de inmediato, y amenazó con expedientarnos a todos. Por mucho que se le quiso hacer ver que la reunión sólo era para consensuar los temas a tratar con el presidente, no entraba en razón. Nos habíamos convertido, sin quererlo, en instigadores de no sé qué rebelión. Naturalmente al poner en conocimiento de todos la llamada de teléfono la reunión se desconvocó. Y el presidente no nos recibió jamás. Aunque intentamos explicarle lo ocurrido, no quiso escucharnos. Nos habíamos puesto en el objetivo. Si nos movíamos éramos políticos muertos. Y nos movimos.
Llegó la hora de celebrar el congreso provincial. Había que elegir nuevo presidente. Habían transcurrido varios meses desde el incidente y el presidente provincial se había encerrado en su bunker. Estaba muy ocupado. Y nosotros muy cabreados con su actitud.
Viendo que el congreso iba a ser un monólogo otra vez, y se iba a presentar un solo candidato, algunos de los responsables locales de ciertos pueblos creímos conveniente movilizarnos para convencer a un compañero para que presentara también su candidatura. Cansados de que siempre fueran los mismos los responsables provinciales, estábamos dispuestos a apostar fuerte, y que por una vez se demostrara que en el partido se hacían las cosas democráticamente. Después de valorar quién debía ser el candidato ideal decidimos sondear su opinión, sin decirle qué queríamos de él. Sólo queríamos saber su opinión sobre la situación actual del partido a nivel provincial, y aprovechando la feria de su pueblo, y que nos había invitado a asistir, fue una representación de nosotros para conversar con él.
Su posición en contra de cómo se estaban haciendo las cosas a nivel provincial, además de los comentarios que habíamos escuchado de él con anterioridad, nos hizo plantearnos que debíamos apostar por él como posible candidato a presidente provincial. Todos estábamos de acuerdo en apoyarlo sin fisuras, sin marcha atrás, convencidos de la necesidad de cambiar el rumbo del partido en la provincia. Los resultados electorales, desde el inicio de nuestra democracia, dejaba muy mal parado al partido. Siempre hemos sido la peor provincia española en resultados electorales, y siempre habían sido las mismas personas quienes dirigían el partido a nivel provincial. Había que cambiar la tendencia.
Pero por sorpresa aparece otro candidato. Todos nos congratulamos de que se presentara otra persona para pelear por la presidencia provincial, y decidimos quedarnos quietos. El nuevo candidato empezó a moverse con rapidez. Se dedicó a visitar todos los pueblos de la provincia. A mostrar su proyecto. Y, por una vez, vimos que se podía cambiar el bunker provincial. Estábamos seguros de que era la opción ganadora, porque todos le mostramos nuestra ilusión de que había que cambiar necesariamente el rumbo errático que estaba llevando nuestro partido desde hacía años.
Del presidente provincial solo sabíamos por comentarios entre nosotros. Hasta que un día recibo una llamada telefónica de su secretaria en la dirección provincial. El presidente quiere hablar contigo, pásate mañana. Por fin, parece que empieza a moverse. Llamo a mis compañeros para preguntarles si les han llamado también. A unos sí, otros no.
Al día siguiente, a la hora señalada, me presenté en la sede provincial. Espera un momento que está reunido. Cuando me hacen pasar a su despacho está esperándome en la puerta. Me invita a sentarme, y me suelta un discurso de diez minutos que me trago con asombro. Un discurso que pretende convencerme de su idoneidad para el cargo de presidente provincial. Lo miro a los ojos, y veo que su mirada me dice lo contrario de lo que está hablando. ¿Por qué quiere convencerme ahora?, pienso. ¿Si no ha querido reunirse con nosotros en todos estos meses, por qué lo hace ahora?. Cuando termina de hablarme le pregunto sobre los problemas que tenemos en mi pueblo, problemas dentro del partido. Me dice que los conoce por medio del secretario provincial, y que cuando sea reelegido pondrá solución a ellos. Sus ojos me dicen que miente, estoy deseando que acabe el paripé y largarme de allí.
Días después mis compañeros me confirman que también a ellos les ha soltado el mismo discurso. Todos llegamos a la misma conclusión. La diferencia entre un candidato y otro es abismal. Uno se patea la provincia para recabar apoyos. El otro te ordena que vayas a su despacho para convencerte. Ante la contundencia de los hechos decidimos apoyar al candidato alternativo.
Y llegó el día. Todos estábamos allí, ilusionados, expectantes, nerviosos. Al tomar la palabra el presidente provincial da un pequeño discurso, y le cede la palabra al otro candidato, a nuestro candidato. Se nos cae el mundo encima. Visiblemente nervioso anuncia entre lágrimas que retira su candidatura. Nos quedamos sin alternativa. Y volvemos a lo mismo. No hay nada que hacer, estamos de nuevo en manos de los mismos. Salimos de allí desilusionados, sorprendidos y abatidos.
Desde aquel día, los que apoyamos la posibilidad de cambiar al partido, empezamos a sufrir en nuestras carnes el aparato político provincial en nuestra contra. Poco a poco fuimos cayendo. Pero lo hicimos creyendo que eran casos puntuales. Nunca sospechamos que tuviese que ver con nuestra intención de buscar un candidato alternativo en ese congreso. Porque nada trascendió de las conversaciones privadas que teníamos algunos responsables locales.
Pero mira por donde, eso de que el tiempo pone a cada uno en su sitio, es verdad. Hace pocos días, en una conversación privada, le comunican a uno de mis compañeros “díscolos” que ya en 2008 le estaban buscando un sustituto para las elecciones municipales de 2011. ¡Hace tres años le propusieron a esta persona que fuera candidato a la alcaldía por el PP. Y esa persona, ante las canalladas que le están haciendo a mi ex compañero de partido, ha decidido contárselo. Y le ha contado el motivo de por qué querían quitarlo de en medio.
De esa conversación se han clarificado muchas cosas. De todos los que solíamos reunirnos para hablar sobre el partido, sobre su situación, sobre las soluciones a los problemas que padecíamos. De todos esos, sólo queda uno dentro del partido. Todos hemos ido cayendo como naipes. Y el que queda, queda porque ha recibido el apoyo incondicional de todos sus afiliados, se ha hecho fuerte en su localidad, y no han podido tumbarlo, aunque lo han intentado.
De esa conversación se ha clarificado, también, una cosa. Que en aquellas reuniones había un chivato, o chivata, que mantenía al tanto a la dirección provincial de todo lo que allí se hablaba. Un chivato, o chivata, que con el tiempo se sabrá quien fue, y que a buen seguro fue premiado, o premiada, por tan leal actitud. Así se llega lejos en política. La democracia vamos a dejarla para los discursos, y como dijo Alfonso Guerra… quien se mueva no sale en la foto.

Amén.



6 comentarios:

Anónimo dijo...

A estas alturas todavía te da miedo enfrentarte al partido? Tan sólo lo nombras una vez en todo el artículo.
No crees que va siendo hora de que le pagues con la misma moneda?
Nos vas a decir quién fue la chivata o también le tines miedo?

Anónimo dijo...

Rafael, ¿cuando sabremos la composición de tu lista a las elecciones?.
Gracias.

Rafael Baena dijo...

Uffff!! De verdad que no se que contestarle.
Si le tuviese miedo al partido ¿Habría escrito este artículo?.
¿Pagarle con la misma moneda?. Las venganzas no van con mi forma de ser.
Si usted sabe que fue una "chivata" ya sabe más que yo, porque yo no tengo ni idea de quién fue, y a estas alturas me importa bien poco, se lo aseguro. Ni tengo intención de perder un minuto en averiguarlo.

Rafael Baena dijo...

Estimado Anónimo, ya lo he dicho en anteriores ocasiones, la lista se conocerá cuando la apruebe la Junta Electoral, y se publique en el Boletín Oficial de la Provincia.

Un saludo.

Anónimo dijo...

Rafael, tu a lo tuyo, a que te conozcan la gente, que sepan de tu honradez, hacer buena politica de calle que es muy importante, y a votarte, el Pueblo esta nesecitado de un cambio de politicos, que quieran al Pueblo no que se quieran ellos mismo.

MAITE MORENO dijo...

Estimado rafa,que buen comentario soble el PP,porque esta es la pura realidad del partido, la provincial de los pueblos passannn.Tu lo que tienes que hacer es salir mas por castilleja, que las personas del pueblo se enteren que tu eres candidato por el cds,porque todas las personas no conocen tu blog ni manejan interne.Te lo digo con conocimiento de causa.Espero verte por la calle,cafeterias etc.Un beso