ZP está por la labor de quitarse responsabilidades a la hora de afrontar la crisis económica. En el inicio de la campaña electoral europea, el presidente del gobierno habló de todo menos de Europa. Hay que contrarrestar la subida del PP en intención de voto elevando el tono de la confrontación y sacando una vez más, campaña tras campaña, los argumentos más absurdos en contra de los populares. Una vez más los culpables de la crisis española son José María Aznar y el PP. Pero tras 5 años de gobierno socialista, y no pocas advertencias de lo que se venía encima, Zapatero sigue quitándose pulgas de encima acusando a los demás y sin dar soluciones concretas a la crisis. Eso sí, enarbola la bandera del "diálogo social", pero la confrontación del gobierno con los distintos agentes sociales es cada vez más preocupante. Esto, amigos míos, huele cada vez más a Síndrome de la Moncloa (todos llegan humildes y acaban endiosados, aislados, distanciados y enrocados en su torre de marfil).
Os remito a mi entrada del 24 de abril, donde ya hablaba de la estrategia de ZP de cara a las próximas elecciones.
Reproduzco a continuación un artículo aparecido en ABC sobre la "actuación" del Presidente del Gobierno en el mitin de Vistalegre.
José Luis Rodríguez Zapatero certificó ayer que quiere convertir la campaña electoral europea y, antes que nada, el Debate sobre el Estado de la Nación en una encarnizada lucha ideológica con el PP. Un enfrentamiento que movilice el 7 de junio a su favor el abstencionismo de izquierda que reflejan las encuestas y, de paso, obligue al PP a «retratarse» mañana y pasado en el Congreso defendiendo una impopular reforma laboral.
Decidida CiU y, sobre todo, decidido el PNV a dejarle solo, a Zapatero sólo le queda ensayar con ERC, IU y BNG un remedo de mayoría absoluta que, más allá de ese debate, pueda aprobarle en otoño los Presupuestos Generales del Estado. Y para ello no escatimará presupuesto en forma de aumento del subsidio a parados de larga duración, además de otras medidas que anunciará en el debate
Por eso, los 15.000 militantes y simpatizantes que ayer llenaron la plaza de toros de Vistalegre (Madrid) aplaudieron enfervorecidos su discurso claramente obrerista, más de secretario general que de presidente del Gobierno. Una intervención plagada de invectivas al PP que encarna José María Aznar -no citó a Mariano Rajoy- culpable de no haber frenado la «gigantesca burbuja inmobiliaria» en España y responsable, en gran medida, de la recesión actual. «¿Qué haría la derecha con los derechos de los trabajadores en esta crisis que no tiene precedentes?», se preguntó antes de comprometerse a no abaratar ningún despido, como sí hizo Aznar, dijo, en 2002 provocando una huelga general. «Vamos a salir reforzados de la crisis y con más derechos para los ciudadanos», dijo ante un público de trabajadores y jubilados.
«La gente que menos tiene es la más generosa. La que más tiene, es más egoísta». Por momentos, parecía el «Cuento de Navidad» de Charles Dickens, con un PP colectivamente en el papel del avaro «Mr Scrooge». Curiosamente, el líder socialista se abstuvo de responder a las críticas que le lanzó el presidente de la Patronal, Gerardo Díaz Ferrán, para no interferir en el diálogo social. Si éste «permite ganar empleos» su silencio «merecerá la pena» no haberle contestado.
Eso sí, el presidente volvió a agradecer a los sindicatos que no hayan convocado una huelga general. «Esos que quieren agitar a los sindicatos», afirmó, «son los que recortarían todos los derechos y las conquistas sociales logradas por los trabajadores». Al jefe del gobierno le dio tiempo de sacar el tema de la guerra de Iraq -llamó al espíritu de Vistalegre en 2002- pidiendo a José María Aznar que cuando hable de «Alianza de Civilizados» quire de ahí a los que organizan guerras ilegales o prisiones como la de Guantánamo
Decidida CiU y, sobre todo, decidido el PNV a dejarle solo, a Zapatero sólo le queda ensayar con ERC, IU y BNG un remedo de mayoría absoluta que, más allá de ese debate, pueda aprobarle en otoño los Presupuestos Generales del Estado. Y para ello no escatimará presupuesto en forma de aumento del subsidio a parados de larga duración, además de otras medidas que anunciará en el debate
Por eso, los 15.000 militantes y simpatizantes que ayer llenaron la plaza de toros de Vistalegre (Madrid) aplaudieron enfervorecidos su discurso claramente obrerista, más de secretario general que de presidente del Gobierno. Una intervención plagada de invectivas al PP que encarna José María Aznar -no citó a Mariano Rajoy- culpable de no haber frenado la «gigantesca burbuja inmobiliaria» en España y responsable, en gran medida, de la recesión actual. «¿Qué haría la derecha con los derechos de los trabajadores en esta crisis que no tiene precedentes?», se preguntó antes de comprometerse a no abaratar ningún despido, como sí hizo Aznar, dijo, en 2002 provocando una huelga general. «Vamos a salir reforzados de la crisis y con más derechos para los ciudadanos», dijo ante un público de trabajadores y jubilados.
«La gente que menos tiene es la más generosa. La que más tiene, es más egoísta». Por momentos, parecía el «Cuento de Navidad» de Charles Dickens, con un PP colectivamente en el papel del avaro «Mr Scrooge». Curiosamente, el líder socialista se abstuvo de responder a las críticas que le lanzó el presidente de la Patronal, Gerardo Díaz Ferrán, para no interferir en el diálogo social. Si éste «permite ganar empleos» su silencio «merecerá la pena» no haberle contestado.
Eso sí, el presidente volvió a agradecer a los sindicatos que no hayan convocado una huelga general. «Esos que quieren agitar a los sindicatos», afirmó, «son los que recortarían todos los derechos y las conquistas sociales logradas por los trabajadores». Al jefe del gobierno le dio tiempo de sacar el tema de la guerra de Iraq -llamó al espíritu de Vistalegre en 2002- pidiendo a José María Aznar que cuando hable de «Alianza de Civilizados» quire de ahí a los que organizan guerras ilegales o prisiones como la de Guantánamo
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